domingo, 29 de diciembre de 2013

Breckenridge - Cecilia Maugeri


Te pedís te exijís
un espacio para el postre
un lugarcito
como si ese lugar
–ese cacho de estómago–
nunca hubiera sido
–no es–
más chico que el que ya ocupaste
sin pedir permiso
el estómago te grita
¡ya está!
no hay más
pero ves
lo dulce
ojos que saben que no puede ser:
eso no entra en el lugarcito que te queda
pero igual
siempre hay
un lugarcito más
el que te pesa cuando corrés
y sudás
y pensás que son un par de años de más
que no viviste
y ahora te pesan
muertos en el fondo de tu estómago
años que te comiste
años que devoraste
sin digerir
sin espacio libre
y así seguís
y no podés
correr
sin aire
sin sangre
porque te la chuparon
todos los mosquitos
porque tu sangre es dulce
porque siempre tenés espacio
porque sos voraz
y no podés parar
de consumir
y entonces
te consumen
la sangre
dulce
plateada
y entonces
te hundís
y tratás de buscar
la brújula
porque estás tan abajo
y creés que el norte es arriba
y lo apuntás
querés buscar
tu norte:
ahí está
la flecha que te marca
en el cuadrante
la dirección
como el reloj
que te marca el sentido como una aguja
que pincha
siempre para el mismo lado
marcando el ritmo
tictaqueante
ahí viene
la última porción de vida
que te vas a comer
dulcemente
una y otra vez
pero ya no
es
ya no está
porque no hay lugar
room
for
dessert
no hay espacio
vas a desertar
despacio
vas a consumir
–aunque no quieras–
tu vida
que ya no cabe
en el espacio que le dejás


You ask, you demand of yourself
to leave room for dessert
a little space
as if that place
–that corner of stomach–
had never been
–it’s not–
smaller than the space you already filled up
without asking permission
the stomach shouts at you
enough!
that’s it
but you see
what’s sweet
eyes know that it can’t be possible:
that won’t fit in the space that’s left
but then again
there’s always
a little more space
that weighs upon you when you run
and you sweat
and you think there are a couple of years more
that you didn’t live
and now they weigh upon you
dead in the bottom of your stomach
years you ate
years you devoured
without digesting
without room
and like this, you go on
and you can’t
run
without air
without blood
because they suck it from you
all the mosquitoes
because your blood is sweet
because you always have room
because you’re voracious
and you can’t stop
consuming
and then
they consume you
the blood
sweet
silver-coated
and then
you drown
and you try to look for
the compass
because you are so far down
and you think that north must be up
and you aim
you want to look for
your north:
there it is
the arrow that guides you
in the quadrant
the direction
like the clock
that guides your sense like a needle
that pricks
always in the same direction
beating the rhythm
tick-tocking
here it comes
the last portion of life
you’re going to eat
sweetly
once and again
but not anymore
it is
now it isn’t
because there isn’t room
room
for
dessert
there’s no space
you’re deserting
slowly
you are going to consume
–even if you don’t want to–
your life
that doesn’t fit
in the space you have left



Cecilia Maugeri, visitante / the visitor, Viajera, 2011.

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