miércoles, 17 de diciembre de 2014

El fuego no se apaga - Nicolás Di Candia

El fuego no se apaga

Una súbita oscuridad llevó a todos a silencio. La única luz venía desde la cocina, de donde se acercaba la torta junto a su portador oficial.
Los invitados, al darse cuenta, entonaron entusiasmados el feliz cumpleaños. Al terminar la melodía, todos estaban expectantes cuando el cumpleañero se dispuso a soplar las velitas.
Tomó aire y luego exhaló. Su viento extinguió las pequeñas llamas. Los presentes aplaudieron la consumación.
Pero en ese instante se produjo un hecho inesperado. Las velas, solas, volvieron a encenderse. El apagado había sido incompleto. El aplauso se interrumpió.
El cumpleañero, desanimado pero no vencido, volvió a soplar. Las velas se apagaron, y otra vez se encendieron. Era tal vez un símbolo de la resistencia ante el paso del tiempo. El fuego que se volvía a encender era la llama de la vida, que se niega a extinguirse.
Pero los invitados comenzaron a perder la paciencia. Querían proseguir con la fiesta. El cumpleañero sopló con más fuerza. Pero las velas una vez más retomaron la llama.
Fue entonces cuando intervino un invitado. Mojó la yema de dos dedos y presionó fuerte sobre cada pabilo, hasta que sólo hubo humo.

Todos aplaudieron un nuevo triunfo del hombre sobre el fuego.


Nicolás Di Candia, 2014.

Foto: AEZ


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